lunes, 18 de marzo de 2013
SOLEDAD
Hay otro silencio más duro...
El que no se busca, el que proviene de la soledad que se siente a pesar de estar rodeado, ese que duele físicamente. Que generalmente habla de incomprensión, de ausencia de entendimiento y en última instancia de afecto, y resuena en la cabeza con la fuerza de diez tambores.
Sea cual sea su origen, conviene no alimentarlo. Se nutre con pensamientos derrotistas e incapacitantes, y si no se consigue detener a tiempo, nos aisla completamente.
Pero quizás nos esté diciendo algo...
Así es que si aparece en nuestras vidas, nos debemos preguntar cuál es su origen, que parte de responsabilidad tenemos en él, si es que la tenemos y qué podemos hacer para que desaparezca: pedir ayuda, buscar recursos distintos, nuevas estrategias, lo que sea que mitigue el dolor o lo que sea que le haga entender que comprendimos su mensaje.
Porque puede que sea hora de cambiar las cosas...
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