Me fascinan el tesón, la voluntad férrea y la capacidad de sacrificar el presente en aras de un supuesto bienestar futuro que tienen algunas personas... más si cabe aún, en tiempos donde priman las prisas y la satisfacción inmediata de los deseos.
Es posible (muy probable) que durante el proceso haya altibajos y esté salpicado de dudas y controversias que a las personas que sólo se fijan en el resultado, se les pasen por alto. El resplandor del éxito es lo que tiene, que si lo miras fijamente, como al sol... te ciega.
Pero si se analiza un poco en profundidad, el secreto reside, como el de toda receta que se precie, en la calidad de los ingredientes:
- Una idea potente, una idea que puede que no supere todas las pruebas que la sensatez le exige, pero que persiste en el tiempo y en el espacio que ocupa en nuestro fuero interno.
- Una emoción asociada, una emoción intensa que se abre camino entre tedio e incertidumbre. Puede ser una esperanza, una ilusión que actúa como un potente foco, orientando nuestros pasos.
- Unos pies firmes en el suelo, capaces de preveer y encajar sin excesiva carga dramática, los obstáculos que a ciencia cierta intentarán boicotear nuestro supuesto final feliz.
- Persistencia. Constancia. Perseverancia.
Poco más. Si la meta está dentro de los límites de lo posible, con todo el margen que ello supone... conseguirlo depende sólo de que queramos hacerlo.
De que nos compense o no el tiempo y el esfuerzo necesarios.
Tú mismo. Yo misma.
Sólo tenemos que descubrir que nos hace brillar el alma..
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