martes, 19 de marzo de 2019

SHALLOW



Que la tecnología ha tenido un notable impacto en nuestras vidas es algo incuestionable.
Seguramente la onda expansiva continúa y eso dificulta ser conscientes de todo su alcance.

En comunicación ha supuesto una auténtica revolución, tanto para acercar el mundo y sus habitantes a nuestras manos, como para cambiar considerablemente las relaciones que mantenemos con los demás. 

Plataformas que se adaptan bien a mensajes cortos, contenidos superficiales, realidades paralelas,  contextos asépticos, gente que viene y va... pero que nunca podrán sustituir una mirada cómplice o una caricia sincera.

Nos facilitan la vida y se cobran a cambio una parcela importante de nuestro tiempo y un porcentaje de la calidad de nuestras relaciones. Como todas las cosas que generan bienestar, su abuso desvirtúa los beneficios, genera dependencia y resta libertad.  

Escuchaba hace poco en una entrevista a Pepe Villuela una reflexión personal relativa a este tema y me sorprendió la belleza y la profundidad con la que lo describía:

"El teléfono puede estar invadiéndonos y quitándonos intimidad e intensidad a nuestras relaciones, quitándonos verdad, restándonos presencia en momentos en que más importantes podemos ser para las personas que están con nosotros".  

Quitar verdad... restar presencia... son altos costes para una relación, sea familiar, de pareja o de amistad.

Yo, como Sabina, que no sé querer a medias, entregarme con medida, o conformarme con la mediocridad... que no me muevo cómoda en la superficie, busco conectar con las personas en lugares a donde no es fácil asomarse... a veces tengo miedo de que la tecnología nos convierta en una especie de zombies con muchos accesorios externos y un gran vacío interior.

Confío en que ninguna aplicación, pueda alejarnos nunca de nosotros mismos.