miércoles, 6 de marzo de 2013

CONTROL



Controlar no es amar, es otra cosa.

Controlar es desconfiar, en tí, en mí y en la relación que tenemos.

Querer saber lo que hace la otra persona, con quien está o dónde,  puede pasar de mera curiosidad e interés hacia ella,  a inseguridad,  en función de la finalidad que tenga la duda, de lo que se piense acerca de lo que puede estar pasando...

Pero igual que no podemos tener controlados los acontecimientos futuros (y ¡menos mal!) no podemos controlar la voluntad de las personas que están a nuestro alrededor, ni su vida, o mejor dicho:  poder...  podemos,  pero el precio debería ser caro.
Si la persona aprecia su libertad, lo lógico sería que prescindiera de supervisores....

La única garantía que hay, y no es infalible, es asegurarse de que esa persona es feliz a nuestro lado,  procurando que asocie nuestra presencia a su bienestar.... seguramente si a nuestro lado está bien, querrá quedarse, y esté donde esté y haga lo que haga... vuelva con nosotros, sin ninguna obligación de hacerlo.

A veces, ser libre no significa irse, sino quedarse...





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