Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, verde y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!
¡Quiéreme toda… O no me quieras!
Dulce María Lyonaz.
Amar a medias, a ratos, diseccionado partes, midiendo entregas... no es amar.
No se puede mercadear con algunos sentimientos. Podemos disfrutar de otras compañías a nivel superficial, sentir admiración, cariño, interés, curiosidad, atracción o deseo, y todo ello se puede ir con la misma facilidad con la que vino.
Es con el conocimiento del otro, de sus temores, sus fragilidades, sus heridas.. como el amor va profundizando; no con las luces, no con los escaparates... es cuando se llega a la trastienda, cuando uno se arremanga allí para ayudar a poner orden, cuando el amor nace y conecta.
Y lo hace, sin medir consecuencias.
Y lo hace, sin medir consecuencias.
Nuestro ego se puede enfadar, revolver, contraatacar... puede alejarse, dejar de hablar, intentar alterar la memoria, anestesiar una parte, hacer ruido, enturbiarlo todo... pero no puede impedir que el amor vuelva.
Quiere enteras a las personas, si deseas que así te quieran.
Sin recortes.
O no quieras.
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