miércoles, 8 de agosto de 2018

EXPLORADORES




Algunas creencias tienen raíces muy profundas. Nos dan consistencia, personalidad, estabilidad, fortaleza... y como pago, se cobran nuestra libertad.  Nos paralizan y nos impiden crecer, cambiar y movernos.

Cuanto más profundizan en nosotros, más nos limitan.

Pero una de las necesidades más básicas del espíritu es la de expandirse, la de curiosear por la vida y encontrar motivos con los que entusiasmarse y ser más uno mismo. Explorar, conocer, encontrar esa sintonía, esa sensación de: "aquí es donde quiero estar", "éste o ésta soy yo en mi esencia más pura" "ésto es justo lo que me gustaría estar haciendo en este momento". No otra cosa. Justo ésto.

Si lo reprimes, si reprimes esa voz que te avisa de que no estás cerca de encontrarlo y lo que es peor, ni siquiera estás en el camino...  encontrará la fuerza para que la escuches.
El instinto sabe como hacerlo.

Hace mucho tiempo nos sacaba de las cuevas y del entorno conocido para explorar nuevos territorios fértiles con los que garantizar la supervivencia.  Ahora nos agita, nos inquieta, nos perturba, nos angustia... para informarnos de que es hora de hacer cambios si queremos sobrevivir.

Es verdad que no siempre se dan las circunstancias, a veces es necesario esperar a que colaboren, pero si lo que nos paralizan son las creencias, la inercia, los deberías...  es hora de cortar raíces, tambalearse y buscar otro sitio donde crecer mas libres.

Somos nómadas, disfrazados de sedentarios.


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