Hoy, en un momento de esos tontos de tantos, me detuve un rato a observar a una mosca oronda que andaba revoloteando por mi casa.
En concreto, se daba golpes repetidamente contra los cristales de la ventana en su afán por recobrar la libertad, sin hacer ningún tipo de análisis posterior entre choque y choque (es verdad que no se puede esperar mucho más de un insecto cuya esperanza de vida oscila entre 15 y 25 días.. va muy justo de tiempo para hacer aprendizajes), ni siquiera el de ensayo/error, que parece el más básico de todos.
También es mala suerte que te haya tocado ser un ser vivo tan irracional. Mucha almohadilla adherente que te permite caminar incluso boca abajo y mucho ojo compuesto, y de desproporcionado tamaño, que todo hay que decirlo.. para tan poca resolución final.
Que si no es por mí y mi empeño en redireccionarla hacia la ventana que estaba abierta, se queda hasta el fin de los días (los suyos, no los míos).
No sé como esta especie puede acompañarnos desde la prehistoria...
¿Era mucho pedir a la evolución añadir un sensor de movimiento? para orientarse mejor, digo.
En fin, que me quedé pensando lo afortunados somos de pertenecer a una especie más aventajada... de que a nosotros no nos suceda eso de darnos una y otra vez contra la misma cosa...
O no?
O no?
Que nosotros si sabemos.
Creo que es más triste aún lo nuestro. No todos actuamos como moscas, ni en todas las situaciones... pero conozco más de uno y más de dos (yo incluso, en algunas épocas) que no utilizamos todas nuestras capacidades e intentamos conseguir algo diferente/salir de tu casa haciendo todo el rato lo mismo/chocar contra el cristal. Da que pensar.
ResponderEliminarComo bien dices, todos, en alguna ocasión lo hemos hecho. Supongo que así aprendemos muchas veces, pero al final... encontramos la salida.
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