DE PRINCIPES Y PRINCESAS...

Los de mi generación (y alguna más) crecimos pensando que los finales de las historias de amor eran necesariamente felices...

Tras un argumento más o menos creíble los protagonistas, seres cuasi-perfectos, se miraban, se comprometían, se besaban y chim-pon! 

Ahora sabemos que el azul destiñe y el príncipe y la princesa tienen sus intereses, sus objetivos, sus manías y sus quehaceres y seguramente si deciden pasar un tiempo indeterminado juntos, lo harán superando una serie de pruebas que en un caso renovará sus determinación de continuar unidos y en otro no.

Pero ni finales felices, ni infelices.....

Cuando una relación termina,  no es el final precisamente lo que la define... puede llegar un día en que se cuele y se instale la rutina, el desacuerdo o la distancia emocional y que  uno o ambos decidan decirse adiós, seguramente con un regusto amargo,  pero es un error quedarse con los recuerdos negativos de una relación pasada, lo que realmente unió a dos personas durante un tiempo, fueron un montón de sentimientos felices, experiencias conjuntas, risas, besos, confidencias, caricias y proyectos.... no importa que haya pasado el momento de estar juntos, si todas esas cosas vividas fueron reales y fueron bonitas... es lo único que se debe permanecer en nuestra memoria.

Se lo debemos al otro, nos lo debemos a nosotros.

Y a otra cosa, mariposa.