La práctica de Psicología clínica, ha ido evolucionando a lo largo de los años... de abordar trastornos serveros, crisis profundas o dinamicas personales y familiares muy complejas, ha pasado gradualmente a estar al servicio de la población general, de modo que numerosas veces, las personas que acuden a consulta buscan una ayuda puntual a un conflicto no resulto, ese es el caso de la confesión de una infidelidad.
Como en todo lo relativo las vivencias íntimas, las respuestas a éstas cuestiones son de caracter personal y no suelen ser mágicas, ni sencillas, al fin y al cabo, lleva mucho tiempo construir la confianza y muy poco destruirla..
Así con todo, digamos que hay una serie de pautas que conviene seguir, aunque empezaría diciendo a modo de "psicología preventiva" que, raramente uno encuentra solución a sus problemas buscando afuera lo que debería estar dentro, pero en fin, cuando ya no hay vuelta atrás, conviene plantear el tema con mucha delicadeza.
Dentro de la infidelidad en general, hay un grupo cuya conciencia les reprocha abiertamente el comportamiento, lo que provoca un elevado nivel de malestar interno al tiempo que la necesidad de expiar culpabilidad a través de la confesión a su pareja... hablamos de casos en los que lógicamente, sigue habiendo sentimientos hacia la persona "engañada", a ésos en concreto nos referimos.
Pero el error muchas veces, consiste en pensar que el mero desahogo, puede mejorar por si mismo las cosas.. la decisión valiente y responsable de hacer frente a los errores personales, aún a sabiendas de que ese momento puede poner punto y final a la historia común, debe ir acompañada siempre de un acopio infinito de cariño y paciencia...
La persona que recibe la noticia necesita tiempo para recomponer su vida, y para decidir si su hasta ahora pareja, puede continuar encajando en ella. Seguramente se enfrentará a multitud de sentimientos encontrados... que se sucederán o se superpondrán la mayoría de las veces, como la ira contra la persona infiel por atentar contra la estabilidad de su vida, la angustia por la necesidad de encontrar respuestas a las constantes dudas que surgen en su mente. Seguramente aparezca el miedo, al tambalearse el suelo firme por el que se pisaba... y la tristeza, por la pérdida de seguridad en la que desemboca todo.
A esto, hay que sumarle restos intermitentes de un cariño que no desaparece de la noche a la mañana y quizás, atisbos de esperanza...
Añicos que forman un extraño puzzle que, honestamente, no creo que siempre se pueda completar.
Eso es lo que hay que tener en cuenta cuando uno hace una confesión de ese tipo... difícil si no, acompañar durante todo el proceso a la persona que se ama y se traicionó.
Pero si entre hijos, hipotecas, proyectos futuros, negocios, amigos comunes y factores logísticos varios que sustentan la vida de la pareja, queda algo de amor... hay que intentarlo.
No será fácil, pero se puede intentar.
Lo fácil, lo puede hacer cualquiera.