Que uno empuja la silla de los que fueron niños, la que les llevó y les trajo, que hizo de cajón ocasional y de cama improvisada.
Una última vez que les llevamos en nuestros brazos a la cama.
O que uno sube las escaleras que conducen al aula o al lugar de trabajo.
Que pasea por un lugar familiar, durante mucho tiempo transitado.
Que se sienta en la casa de los abuelos, cuando todavía huele a café.
O que se despide o se abraza a una persona querida que nunca se volverá a ver.
Y en el último de cada uno de esos pequeños actos, que un día fueron cotidianos, se cierra una etapa de nuestra vida.
Muchas veces sin saberlo.
El reto consiste en hacerlos conscientes.
En sostenerlos.
En disfrutarlos.
Para poder volver a ellos cuando queramos, sin el obstáculo del tiempo.
El reto es poseer la vida.
Hacer que permanezca... y evitar sentir que se escurre en nuestros dedos.
Qué verdad y qué tristeza sobre todo lo de los niños cuando te quieres dar cuenta ya son mayores y hace poco que les contaba son cuentos para dormir
ResponderEliminarNo lo veas triste.. ya lo dijo el poeta: "Todo pasa y todo queda", seguro que todo el cariño y el tiempo que invertiste en esos cuentos, les une a ti para siempre. Y conociéndote, les quedaran muchos relatos fantásticos que escuchar con atención e interés. Un abrazo Pache
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