Hay personas que no aprenden (seguramente, a todos nos pasa en mayor o menor medida).
Pero en algunas se aprecia con una claridad nítida.
Son esas personas, que cuando las escuchas, piensas:
¿Pero cómo has podido dejar pasar tantos aprendizajes?
Que apetece decirles:
¿No ves la cantidad de oportunidades que has perdido?
¿Lo que podías haber crecido?
¿Lo que ibas a poder aportar a los demás con tu experiencia?
¿La libertad que hubieras conquistado?
¿Cómo es posible que no los hayas visto, si la vida te lo estaba gritando...?
¿Cómo puedes preferir ofenderte por todo?
¿Acumular rencores?
¿Culpar siempre a los demás?
¿Tanto miedo te da a asumir la realidad?
¿Las consecuencias de tus actos?
¿Aceptar otros puntos de vista?
¿Entender al otro?
¿Tan grande era tu herida? ¿tanto te duele?
Es como si estuvieran pisando un libro abierto en la página que necesitan… y lo destrozaran corriendo por encima, persiguiendo a los demás.
Pero no puedes decírselo,
Porque la mirada depende de las creencias.
Puedes intentar entrar por ahí hasta donde te dejen… con mucho tacto y mucho tiento, para evitar que se sientan heridos y se cierren todavía más o se sientan agredidos de nuevo.
Puedes acercarles al mirador…
Pero los ojos deben de abrirlos ellos.
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