sábado, 14 de noviembre de 2020

LA PRUEBA

 



Hace ya muchos meses que sonó el disparo de salida y a la mayoría, nos pilló desprevenidos. 

Empezamos a correr asustados (con nula o poca preparación), lo que por aquel entonces entendimos que era una prueba de 100 metros lisos y que en realidad era, una carrera de fondo. 

Y con obstáculos. 


Como no lo sabíamos (y  la estrategia a seguir es distinta a en ambos casos), al no visualizar la meta después de un gran esfuerzo.. nos desorientamos, nos agotamos  y nos frustramos. 

Necesitábamos descansar.... y olvidarnos. 

Y de algún modo, mejor o peor, lo hicimos. 

Tomamos un respiro necesario cuando los elementos parecían favorables. 


Pero la realidad nos devuelve la pista. 


Con una nueva perspectiva, más conscientes de la longitud imprecisa del recorrido y del consumo y las reservas de fuerza y energía necesarias para resistir lo más y mejor posible. 


Ahora que nos parece ver la meta al fondo.. hemos tenido tiempo de aprender a recargar nuestra energía, a dosificarla.. a no poner toda la esperanza en un mismo sitio.. y a esperar. 


En una espera activa. 

Que nos permita fortalecernos y prepararnos física y psicológicamente para sobrevivir. 


Teniendo en cuenta también que no todos partimos con la misma complexión física ni con la misma preparación mental, que en algunos tramos se puede y se debe, hacer relevos y que no podemos juzgar a quienes les abandonen las fuerzas, sino alentarlos o sencillamente respetar su ritmo.


Y no pasa nada si en un momento del trayecto te cansas o te frustras.

Descasa. 

Recarga. 

Y continúa. 


Cuanto mejor preparados nos pillen los imprevistos.. mejor sobreviviremos. 


Además, en esta zona del norte, llevamos en el ADN grabada una máxima, que seguramente  algún asturiano ilustre transmitió en su día a Oriente para que se enraizara allí  la idea de la impermanencia que tanta importancia tiene en algunas religiones. 

(Guiño)


Porque nosotros ya lo sabíamos hace mucho más tiempo.. desde que se inventó la lluvia por estos lares y así reza nuestro legado: 

“Nunca llovió que no parara”.


Parará. 

Prepárate para eso también. 

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