jueves, 11 de octubre de 2018

MALABARISTAS




Llegada una edad, la vida se parece bastante a un juego malabar...

Mantener en el aire trabajo, relaciones personales con padres, hijos, pareja, amigos... hobbies y tiempo para todo ello, es a veces sencillamente, una quimera.  

Cuando concentras tu energía en lanzar con fuerza a alguno de ellos, habrá otro reclamando tu atención en caída libre, acusando el abandono temporal y reclamando su dosis de protagonismo. 

No favorece mucho en esta situación, que las personas adultas del entorno identifiquen y confundan disponibilidad y cariño, que mezclen horas y sentimientos, que midan con instrumentos equivocados los afectos... que chantajeen emocionalmente o que esperen demasiado de las relaciones.

Ni tampoco rodearnos de mensajes que elevan las expectativas de lo que supuestamente merecemos: Amigos 24 horas que apoyan, acuden raudos a nuestra llamada con su mejor disposición, que animan y consuelan... parejas tan perfectas como irreales que están siempre preparados para decirnos lo que necesitamos escuchar, para ofrecernos sus brazos, su mejor sonrisa, su eterno amor. 

Yo, mi, me, conmigo.

Lo mejor que podemos hacer por nuestros seres queridos es ser autosuficientes. 
Lo máximo posible. 
Agobiarles lo mínimo, preocuparlos lo justo, y necesitarles solo en contadas ocasiones. 
Reservarlos para momentos importantes y no gastar su energía con asuntos que podemos resolver por nosotros mismos. 
Ellos tienen sus propios objetos en el aire y agradecerán que no les distraigamos con los nuestros.

Alguno se nos caerá... pero aprenderemos a recogerlo y a aponerlo de nuevo en circulación. 
Sin muchos dramas
Sin grandes expectativas

Disfrutando lo más posible del juego... mientras dure.  




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