Hay sueños que mueren por sobredosis de realidad.
No todos pueden cumplirse, por más bienintencionados que sean los eslóganes de realización personal. Por más que alienten, empujen y estimulen.. a veces, sencillamente no se puede.
Porque vivir es también renunciar.
Y porque uno crece cuando entiende que no lo puede tener todo o al menos no en ese espacio y ese tiempo concretos. Uno debe reinventarse, buscar nuevas fórmulas.
Cuando la realidad te enviste, es hora de abandonar, posponer, modificar o cambiar de sueños... ajustarlos a la situación con cualquier fórmula que permita continuar con ánimo hacia el futuro, sin perder de vista el suelo.
Pero más fuertes, más sabios, con la misma energía que nos permitía sentirnos vivos.
Y así volvemos a reír, a cantar alto en el coche, a vibrar, a sentir la música de nuevo, como cuando éramos felices porque no éramos conscientes de la realidad...
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