viernes, 17 de enero de 2014

OBSERVAR


Una de las cosas buenas que tiene que la tecnología haya llegado un poco tarde a mi vida, es que me permitió en la juventud, sentarme en calles o lugares concurridos y ver a las personas pasar... e imaginarme sus vidas, con las pistas (o los despistes) que da un rictus, una sonrisa o un paso acelerado.
Seguramente hoy en día, la pantalla del móvil me lo hubiera impedido, o al menos, dificultado.

Supongo que así llegué a la conclusión de que una sola vida no era suficiente para para hacer todo lo que me pedían cuerpo y mente.

Y encontré la posibilidad a través de la profesión de satisfacer mi curiosidad en parte, porque me permitía asomarme un poco, como por un rendija, a experiencias que nunca había vivido, tiempos que no conocí o lugares en los que nunca estuve...  como ocurre con las buenas películas o  las novelas, que te trasladan de escenario, te cambian rápidamente de indumentaria y te empujan a salir de ti mismo para entrar en otras vidas...

Y hay tantas...

Es muy entretenido observar a la gente. Y muy enriquecedor.


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