Los reencuentros con personas que hace tiempo que no ves, te conectan además de con esa persona, con una parte de ti mismo, de tu propia historia, de tu vida pasada. Te acercan una realidad que seguramente no está presente en el día a día, pero sí latente.
Es como si algunas personas llevaran en su mano una pieza de tu puzzle.
Algunos son fortuitos, pero con las personas especiales son siempre esperados. Son esos de la cuenta atrás, los que no empiezan con dos besos sino con abrazos que detienen el tiempo... esos que te recargan de energía y remiendan jirones internos.
Esos son inolvidables.
Obedecen a oportunidades laborales, a búsquedas personales, a circunstancias diversas que hacen que te separes por un tiempo (a veces indeterminado) de parejas, padres, hermanos o amigos...
Reencuentros con seres queridos, que cuando se producen, hacen que todo vuelva a cobrar sentido.
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