Siempre quise creer que el ser humano es en esencia bueno, (permanece en mi retina aquella trilogía de cámara oculta, con la que Manuel Summers lo evidenciaba) que era la propia supervivencia la que lo entorpecía todo, y hacía primar el interés propio, al colectivo.
Pues bien, escuché hace tiempo en la radio un estudio psicológico se demostraba que el instinto primario que prevalecía a la hora de interactuar con los demás, era el de cooperación (lamento no poder encontrarlo para reseñarlo)
Si la respuesta era inmediata, quedaba patente que la intención era la de prestar ayuda desinteresada, sin embargo, cuando la respuesta se postergaba por un breve tiempo... la tendencia cambiaba, entraba en juego el razonamiento, y la competencia hacía que prevaleciera el interés individual al colectivo..
Pues bien, escuché hace tiempo en la radio un estudio psicológico se demostraba que el instinto primario que prevalecía a la hora de interactuar con los demás, era el de cooperación (lamento no poder encontrarlo para reseñarlo)
Si la respuesta era inmediata, quedaba patente que la intención era la de prestar ayuda desinteresada, sin embargo, cuando la respuesta se postergaba por un breve tiempo... la tendencia cambiaba, entraba en juego el razonamiento, y la competencia hacía que prevaleciera el interés individual al colectivo..
Desde que somos pequeños se nos enseña a competir: las calificaciones escolares, los resultados en partidos deportivos... de mayores la cosa se complica más aún, el sueldo pasa a ser el indicador de éxito personal más válido... parece que siempre habrá un número que te compare a los demás y te recuerde tu posición en este absurdo modelo de validez.
Así de sencillo, y así de complejo... en la sociedad en que nos ha tocado vivir, nos encontramos con la disyuntiva de:
1) Diferenciarnos de los demás, haciendo prevalecer nuestra valía personal
2) Identificarnos con ellos, dando prioridad al interés común, primando nuestras similitudes, y trabajando por objetivos globales.
De nuestro posicionamiento ante esta cuestión, derivarán nuestras elecciones en la vida, y gran parte de nuestro bienestar en ella. Poner aranceles, fronteras, cerraduras y límites... que diferencien claramente lo mío de lo del resto ó .... abrir, borrar, romper barreras para el prisma se amplíe. Es nuestra decisión.
Me niego a pensar que donde reside la grandeza de una persona es en sus posesiones materiales... a ver si podemos cambiar la unidad de medida y conseguir que sea la generosidad de sus obras lo que le haga realmente valioso...
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