A veces no se va.
A veces uno espera que el dolor se canse, se agote o se termine sin más.
Pero no siempre es pasajero, algunas veces viene para quedarse, encuentra una debilidad en el cuerpo, y se instala.
Y se fortalece con la resistencia.
Tiene que ser difícil convivir con el dolor.
Escucho testimonios de personas que lo padecen de múltiples formas, en distintas partes de su anatomía, con diversas intensidades, con orígenes conocidos y desconocidos... agotados de luchar contra él, de intentar entenderlo, de mitigarlo, de combatirlo.
Todos ellos con un factor común, un sistema nervioso estimulado durante demasiado tiempo, hiperactivado ante continuas amenazas que ponen en riesgo su bienestar. Convirtiendo causa en consecuencia y creando un circulo vicioso con dolor emocional añadido, del que cuesta mucho salir.
Pero se puede modificar su intensidad, uno puede dejar de luchar contra él y no añadir sufrimiento emocional al dolor físico, uno puede acortar la distancia entre la vida deseada y la real, para evitar el desasosiego de sentir se está en el lugar equivocado. Se puede aceptar o cambiar. Se puede descansar la mente y relajar el cuerpo, se puede poner atención en otras sensaciones... hay cosas que se pueden intentar, en función de las circunstancias de cada uno, personalizando contextos y limites físicos y mentales, pero se pueden intentar.
Hasta que funcionen.
Porque seguro que hay dolores que no se van, pero quiero pensar que si el dolor se queda, va a ser él el que se adapte a nuestras vidas.
No al revés.
Enhorabuena por tu trabajo Mónica, me encanta...
ResponderEliminarMe gustaría invitarte a pasar por mi blog, en el cuento mi experiencia en el proceso de tratamiento de mi TCA y también hablo del dolor, de experimentarlo, revivirlo...
Eres bienvenida a echar un ojito :)
https://milugarseguros.blogspot.com
Muchas gracias! me paso pro tu blog encantada, seguro que tienes cosas interesantes que contar.. un abrazo.
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