La vida se desdobla.
Tiene un inicio y un final con una supuesta trayectoria lineal entre ambos, y de pronto un suceso inesperado con un fuerte impacto emocional, trunca y modifica su rumbo, dejando el cuerpo en un lugar y la mente sobrevolando una realidad que ya no existe.
Y habrá un tiempo de duelo intenso, donde los pensamientos se dispersarán continuamente negándose a aterrizar, protegiéndonos de la caída... leía hace poco una frase de Ángel Ruiz Ojeda que expresaba de manera sencilla y gráfica la consecuencia de este proceso, venía a decir algo así como que si la cabeza tarda mucho tiempo en volver, el cuerpo la traería de vuelta a través de la enfermedad...
Conocer a una persona es conocer esos nudos que redireccionaron su vida, la resonancia de ese dolor pasado, de ese miedo que tiñe su visión e interpretación del mundo.
Querer a una persona es esperar que vuelva.
Respetar su tiempo, su ausencia, acompañar su cuerpo, velar por su alma y esperar a que su mente vuelva.
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