Comentaba esta mañana con Rosa Valle, confidente y amiga entre otras muchas habilidades, (leer: Terapia de Letras para comprobar mi teoría) la proximidad de los Reyes y sus presentes mágicos. Fantaseábamos con la idea de que nos trajeran estados de ánimo serenos en tiempos revueltos cuando ella apuntó que estaría bien pedir otra vida.. a sumar, se entiende, para que una vez acumuladas distintas experiencias y los aprendizajes vitales de ellas derivadas, pudiéramos disfrutar de una completa, sin el cronómetro pegado al cuerpo.
A mí, más que una continuidad, me seducía la idea de desdoblar la vida en momentos claves, esos que te colocan en encrucijadas del tipo:
- ¿Tengo hijos o no los tengo?
- ¿Me caso con esa persona?
- ¿Acepto ese trabajo?
- ¿Me quedo?
- ¿Me voy?
Sería tan fácil como comprobar en propia carne, todas las alternativas...
Supongo que la mente, con su temor a la equivocación y a lo desconocido y con su eterna disculpa de velar por nuestra seguridad... aplaudiría la idea.
Pero lo cierto es que no hay Bonus Track.
Y lo malo es que los prudentes se mezclan con los cobardes y los valientes con los impulsivos... y a simple vista, no se distinguen.
Hay que posicionarse... que sólo nos queda una vida.
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