Las palabras se gastan y se devalúan...
Manoseamos sin darnos cuenta términos que tienen mucho calado y al emplearlos con ligereza o en contextos inapropiados, pierden su significado.
Me pasa cuando veo o escucho la palabra PRESENTE en su máxima expresión: "Disfrutar del", no puedo evitar pensar lo sencillo que parece y lo compleja que es la tarea cuando no se tienen resuelto el pasado, o cuando el futuro amenaza con destrozar cualquier ilusión construida con tiempo o cariño, o con ambas cosas.
El presente no deja de ser consecuencia de muchas decisiones personales (de las tomadas y de las rechazadas, de manera consciente e inconsciente, en función de miedos y de anhelos) y de algún componente azaroso más o menos previsible, que algunos se atreven a decir que sale a nuestro encuentro con una finalidad... por tanto, dependerá de los aprendizajes que vayamos haciendo, nuestra capacidad de crear el flujo necesario para alinearnos con el momento actual sin condicionamientos, de ir deshaciendo entuertos, asumiendo responsabilidades, rebajando expectativas, sacando conclusiones que ayudan a abrir la mente y a conquistar mayor libertad mental, y menores apegos o dependencias.
Porque cuando no se va resolviendo bien la vida... se acumulan en nuestro interior una serie de sentencias incapacitantes que dificultan ( o impiden directamente), disfrutar de nada que tenga que ver con el presente, el pasado o el futuro.
Si no vamos haciendo bien nuestro trabajo, no se darán las condiciones idóneas para que la linea del tiempo se alinee y se pueda saborear cada momento como si fuera nuestro bien mas preciado.
Porque eso es lo único que tememos.