miércoles, 6 de mayo de 2020

EMANCIPARSE DE LOS DEMÁS




No dejarse abatir por las críticas es una lección de vida que más tarde o más temprano, todos debemos aprender.
Impermeabilizarse de según qué, de según quién..
Distinguir en ellas, qué parte de responsabilidad es nuestra y cuál no.

Pararse a pensar, qué parte de mi sombra oscurece a los demás.

Y qué parte de la suya decido que me afecte. La de quién y por qué.

La respuesta, señala a quién le estoy dando el control de mis emociones, o lo que es lo mismo, el control de una parte importante de mi vida.
Averiguarlo es un trabajo personal que te permite ser más dueño de ti mismo, o al menos, ser consciente de quién lo es...

Y lo mismo pude decirse de los halagos. De los aplausos. De las palmaditas en la espalda.

Y me explico.

No digo que haya que rechazarlos, sino agradecerlos e independizarse, cortar el vinculo que los une a nuestro auto concepto. A nuestra valoración personal. Porque si produce bienestar en forma de reconocimiento externo, corremos el riesgo de identificarlo con nuestro propio criterio, o peor aún, de sustituirlo, dejándonos en situación de vulnerabilidad a merced de quienes quieran hacerlo.

Si dependemos de ellos  para valorarnos, estaremos igualmente sometidos, dependeremos de juicios ajenos exactamente igual que lo hacemos si nos vemos afectados por comentarios negativos.

Decía W. Dyer  que cuando le damos excesiva importancia a las opiniones ajenas, es como si dijéramos:  “Lo que tú piensas de mi, es más importante que la opinión que yo tengo de mi mismo”.

Busquemos justificaciones internas que respalden nuestros actos, acordes a criterios personales con los que nos sentamos cómodos y tranquilos, independientemente de que los demás critiquen o aplaudan..

Porque esa independencia y coherencia interna es la base de nuestro equilibrio y de nuestra felicidad.