sábado, 29 de febrero de 2020

SAL DE TI



La primera parte de la vida consiste en diferenciarse.

Después de una etapa inicial en la que apenas se distingue donde termina  el propio cuerpo  y donde empieza el de los demás, de esa especie de pangea existencial, pasamos a evolucionar, crecer y a identificarnos con lugares, personas, ideas... y por oposición, inevitablemente, a distanciarnos de los demás.
Esta construcción de la personalidad nos ayuda a posicionarnos y a defendernos. Nos fortalece y nos prepara para afrontar dificultades sin resultar heridos.

Y también nos separa.

De la despreocupación inicial de la infancia, de la inocencia  que facilita la pronta respuesta de reparación del daño y la recuperación de la conexión, pasamos a preocuparnos, a acumular  de rencores o agravios, a repetirlos en nuestra mente en un bucle que siempre nos hace perder, aunque ganemos...

Pero la segunda parte de la vida, si uno evoluciona espiritualmente, consiste en deshacer todo lo que nuestro ego ha logrado.
Es un retorno a la esencia.

Es trascender todas esas corazas, y entender que ya no hacen falta.
Que ya no somos niños vulnerables, que somos responsables de nuestras emociones,  dueños de nuestra vida y que no hay culpables, ni vencedores, ni vencidos...

Que lo que un día necesitamos ya no nos hace falta..

Que precisamos conectar de nuevo con los demás para volver a  nosotros mismos.
Entender que nunca hubo distancias.
Y volver a casa.
 ❤️