Esta percepción puede ser fruto de la realidad o de nuestra interpretación de la misma, porque el cerebro no analiza su origen, sino que reacciona con inmediatez a una orden de peligro. Activará una serie de mecanismos para escapar de la situación que se supone perjudicial: hiperventilación, sudoracion, relajación de esfínteres... son algunas de las manifestaciones corporales que nos ayudarán a correr a mayor velocidad. Es nuestro mecanismo de defensa desde tiempos ancestrales.
No son sensaciones agradables pero tampoco perjudicales, conviene conocerlas para no agravar el cuadro con interpretaciones catastróficas que nada tienen que ver con su origen.
Es algo similar a lo que ocurre con la alarma de un coche, si sirve para evitar un robo, cumple su función, pero si se activa constantemente con personas que considera sospechosas o con entornos que no le parezcan seguros, entonces más que solucionarnos un problema, nos meterá en otro. Y la ansiedad se instalará en nuestras vidas.
Desde el miedo, los enemigos se tienden a percibir como superiores, de manera que minusvaloramos nuestras posibilidades de éxito en un hipotético enfrentamiento y nos bate en retirada perpetua en un desesperado intento de conservar la vida y perpetuar la especie, como bien manda nuestro código genético.
Lo importante es que ésta, como el resto de las emociones, nos brinda una posibilidad de conocernos.. Nos informa de que puede existir un miedo real que amenaza nuestras necesidades, y también nos ofrece la posibilidad de revisarlas, no sea que estemos elevando a la categoría de necesidad, lo que son simples deseos...
"Conócete a ti mismo"
Sabio consejo.