Otra cosa es que nos guste reconocerlo.
Nos provoca cierto recelo (cuando no rechazo) la fragilidad, supongo que porque nos aleja de la imagen de persona autosuficiente que nos gusta creernos, y por eso muchas veces invertimos tiempo, esfuerzo y dinero en intentar ocultarla.
Y por eso mismo, la aumentamos.
Porque seamos sinceros, no es agradable exponer miserias personales y permanecer a la espera del veredicto de un jurado... tanto más, cuanto más severos sean los miembros del mismo. Conviene recordar en este punto que muchas veces somos nosotros los que elegimos a sus miembros (incluso los que nos sentamos en primera fila), por eso, hacer una buena selección de aquellos que compartirán nuestros días y/o nuestras noches, ofrece cierta garantía de una sentencia "justa".
Pero el error está en intentar negar una parte de nosotros mismos. Una parte que rechazamos por miedo al abandono o la burla ajena. Paradójicamente, ocurre lo contrario, cuando la mostramos, cuando destapamos la caja de nuestros supuestos truenos, descubrimos que son precisamente nuestras propias debilidades las que nos permiten conectar con nosotros mismos y con los demás. Mostrar nuestras inseguridades, nuestros temores privados, nos humaniza, y nos hace dignos de respeto... y de amor.
Porque no puedes querer a alguien hasta que no le conoces... y no le conoces hasta que no descubres su fragilidad. Así que si alguien te brinda ese honor y te muestra su vulnerabilidad, te está ofreciendo el privilegio de avanzar hacia su parte más íntima, y eso te une a ella en un nivel profundo, ahí donde vuestros límites se difuminan.
No desperdicies esa oportunidad.
PD: Muy recomendable esta charla TED de Brené Brown acerca de la vulnerabilidad.