miércoles, 11 de febrero de 2015

CRISTIAN




Vaya por delante que no tengo nada en contra de que dos personas adultas y cabales se encuentren, se gusten, se necesiten o se deseen y hagan con su voluntad lo que les pida el cuerpo. No solo no tengo nada en contra, sino que tengo muchos argumentos a favor.

Pero no puedo con Grey.
Se me atraganta la idea del galán pluscuamperfecto atormentado con coartada para el sadismo, que busca redención a todos sus males sometiendo a una joven pardilla, inexperta en artes amatorias. 
Me preocupa la idea de que algún alma cándida al leer el libro o ver la película se crea que la belleza, el dinero o el poder, (o una combinación de las tres) sea suficiente justificación para entregar su libertad a alguien, para entregar sumisamente el control absoluto de su vida, y dejar que decidan por ella el qué, el como, el donde y el hasta cuando. 

Seguro que se las ingenian en el segundo o tercer tomo (o en el cuarto si llega el caso) para justificar con uno o varios traumas infantiles el hecho de que necesite dominar a una chica ingenua para demostrarle su amor sincero a mano abierta. Pero no me consuela. Y tampoco caigo en la trampa de pensar que ella es mayor de edad y accede, porque ni siquiera tiene experiencias para comparar y saber si lo que hace (o se deja hacer, mejor dicho) entra dentro de los márgenes de los esperable en una relación sana de amor. 
Que no. 
Que con 21 años eres joven, influenciable y por lo tanto vulnerable a según que cosas. Y si te enamoras, más. 

En tiempos donde las nuevas tecnologías amenazan con invadir los pocos reductos de intimidad personal que nos quedan, donde las estadísticas nos dicen que una de cada tres jóvenes  considera normal que sus parejas les controle los horarios, les impida ver a familiares o amigos, les digan si pueden o no trabajar o estudiar... en tiempos donde las mujeres intentamos que nos vean más allá de los clichés por años establecidos: objetos sexuales o decorativos, abnegadas amas de casa... flaco favor nos hacen estos folletines de tres al cuarto, que nos cuentan las bondades de un amor desequilibrado, sirviéndonos en bandeja, como cebo, el morbo.

Lo siento pero no. 
Estoy convencida de que la libertad despierta más pasión que cualquier forma de esclavitud. 
Por muy bonita que nos la pinten. 








2 comentarios:

  1. A mi el libro me pareció un truño curioso, vaya! Pero los libros malos que hablan cosas prohibidas despiertan el morbo de la gente...
    Besos!

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    1. Si, jeje tienes razón, y hay varias industrias que lo saben...
      Besos

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