martes, 28 de enero de 2014

VANIDAD


El ego rara vez sacia su apetito.

Es tal su vanidad, que a veces nos obliga a renunciar  a nuestras creencias a cambio de un halago...
Y si no, decidme si no cambiaría el concepto negativo que tenemos hacia alguien, si nos enteramos casualmente de que comenta maravillas de nosotros...
¿Cambia un poco la cosa?
Puede que ya no parezca una persona tan gris, o tan torpe o tan... lo que sea.

Ese es el poder, del halago.
Y esa es también su trampa.

Si tú puedes resistirte, enhorabuena!! si logras independizar tus pensamientos creencias o ideales, de las necesidades del ego:  Felicidades otra vez!! ya me dirás cómo lo haces. Yo apenas avanzo.

Tú eres un poco más libre.

La buena noticia es que lo podemos utilizar a favor,  cuando uno ejercita y consigue encontrar con relativa facilidad, la parte buena de las cosas, las personas o las situaciones (la parte real y buena, que todo o casi todo tiene) y se dedica a correr la voz...  inevitablemente construye una corriente de energía positiva que  envuelve y contagia a quien se aproxima lo suficiente.  Estoy segura, conozco gente así.

Se trata de ejercitar eso que se nos da tan bien, que consiste en buscar el lado oscuro, el fallo, el defecto, el error... pero a la inversa. Es lo mismo, no debería resultarnos muy difícil.

Por probar...  ¿qué podemos perder?


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